sábado, 26 de octubre de 2013

La TIERRA como experimento


Al parecer, la Tierra ha sido objeto de un experimento a largo plazo llevado a cabo por una muy avanzada cultura extraterrestre. ¿Qué tipo de estructura social puede poseer una cultura tal?

En retrospectiva, en los últimos veinte a treinta años de investigación Paleo-SETI, se ha identificado una cantidad impresionante de posibles contactos, intervenciones y visitas. La evidencia proviene de varios períodos y continentes diferentes.  

Cualquier tipo de lista que pudiéramos compilar, basándonos en las intervenciones  temporales y espaciales, tiene que manifestar por su misma naturaleza un carácter fragmentario; simplemente porque sólo podemos ver el tema a tratar desde nuestro propio, y sólo nuestro propio, ángulo de pensamiento. Es este ángulo el que determina nuestras conclusiones sobre unos seres completamente diferentes y con procesos de pensamiento distintos, evolución científica e histórica, y quizá incluso opiniones religiosas y sociales, conocimientos y experiencias totalmente diferentes. Agreguemos a esto nuestra  escasa evidencia, inevitablemente escasa porque sólo estamos a comienzos de nuestro movimiento de investigación, y que estamos obligados a trabajar con muy escasos medios y equipados también con poquísimos investigadores verdaderamente muy calificados tales como los investigadores de las instituciones serias como son las universidades, etc.

Empecemos con la premisa de que por lo menos una parte de los contactos analizados es correcta, luego uno puede percibir ligeramente algo así como una estructura. Las intervenciones han tenido lugar al parecer desde los comienzos mismos de la vida. Importantes acontecimientos, que todavía tienen que ser reconstruidos en detalle,  demuestran brechas de tiempo notoriamente grandes entre tales intervenciones. Al principio, hay brechas de billones, luego de millones, después de centenares de miles, y finalmente, de cientos de años. La sucesión de eventos, o visitas, aumentó, la vida avanzó más rápidamente hacia una especie inteligente, hasta el punto de despegue en nuestro siglo (a lo que nos referimos aquí es al umbral de una civilización/tecnología, en el  que una cultura está en posición de hacer su propio camino hacia las estrellas y enviar o recibir mensajes). Recordemos que el acontecimiento más próximo es para hoy en día, cuanto más nuestra propia densidad de información y capacidades para el almacenamiento de información ha aumentado de manera espectacular

A pesar de las escasas piezas de evidencia a las que tenemos acceso hasta ahora, una especie de hilo rojo parece aparecer, el cual parece haber entretejido su camino a través de nuestro pasado. Parece que alguna clase de experimento a largo plazo ha tenido lugar por un enorme período de tiempo. Esto es, claro, siempre y cuando asumamos que estuvimos tratando con una o unas civilizaciones cósmicas y que todos los acontecimientos no fueron intervenciones casuales - y completamente independientes la una de la otra. Por lo menos durante los últimos mil años, hay indicios de la verosimilitud de un experimento tal, por ejemplo, como los”portadores de información”, o las descripciones idénticas del  “dioses” por todo el globo, como investigó el Dr. Feix.

Esto plantea la siguiente pregunta: ¿qué tipo de estructura social puede poseer tal  sistema biológico-social, que podría seguir tal plan durante tan inmensos períodos de tiempo? La siguiente tesis puede ofrecerse aquí:  

Si los seres han dirigido observaciones e intervenciones en la Tierra por períodos muy largos de tiempo, con márgenes de algunos centenares de años a unos cientos de millones de años, nosotros debemos estar tratando con una sociedad muy estable, estática.

¿Cómo se puede fundamentar tal suposición? La justificación puede deducirse de la consideración de que tal lejana puesta en contacto de largo alcance sólo puede ser planeada, realizada y llevada a buen término si, desde el principio mismo, se ha hecho un bosquejo preliminar de las dificultades del programa de investigación planteado.

Nosotros sólo estamos familiarizados con los sistemas sociales estáticos de los grupos tribales relativamente primitivos donde las restricciones religiosas en particular impiden los cambios. Las culturas más avanzadas pueden estar caracterizadas por un pensamiento más liberal; sin embargo, los desarrollos evolutivos e incluso las revoluciones están inevitablemente relacionados con tal pensamiento. Hay que reconocer que los sistemas muy estables pueden durar por períodos muy largos de tiempo; por ejemplo, la civilización egipcia duró casi 3.000 años; pero en situaciones de crisis ellos tienden a reaccionar lenta y letárgicamente, y en caso de acontecimientos inesperados, son sobrepasados y condenados al desmoronamiento.

En 1987, Martyn Fogg  publicó un artículo en el periódico científico americano “Icarus” en el que propuso el proceso de pensamiento siguiente: nuestro Sol y, con él, todos nuestros planetas, se originó de la tercera generación de sistemas solares. En esencia, en los billones de años antes de la existencia de nuestro Sistema Solar, se crearon y se extinguieron de nuevo otros innumerables soles. La vida que pudo haberse originado  antes de este largo tiempo habría tenido las mismas oportunidades que la nuestra ha tenido. Así que, la suposición de que una colonización de la galaxia pudo haber tenido lugar está justificada. En relación con esto, hago referencia también a los trabajos de  Papagiannins, entre otros.

Como resultado, una extensa o completa colonización de la Galaxia habría llevado  inevitablemente a establecerse en “las regiones de poder” o, si nosotros estamos tratando sólo con una  “cultura estelar”, a “ocupar” territorialmente la zona de la estrella. Desde ese momento, según Fogg, las culturas individuales habrían tenido que lograr un sólido y duradero nivel de cultura y civilización, y los sistemas se habrían vuelto finalmente muy estáticos. Por consiguiente, los cambios sólo ocurrirían a través de la creación de nuevos soles. Esta teoría también supone que la Tierra se hubo prohibido para la colonización (pero no para la observación), porque obviamente ninguna colonización por extraterrestres ha tenido lugar. Fogg supone, como lo hace el profesor Deardorff que esta prohibición se aplicó a todos los planetas en los que la vida pudo haberse desarrollado independientemente.

Los desarrollos evolutivos y revolucionarios no pueden por consiguiente presuponerse en una cultura altamente desarrollada. Sin embargo, en esta relación, las consideraciones de Fogg necesitan ser enmendadas, puesto que lo investigado durante los últimos años sobre la auto-organización ha demostrado que esas estructuras vivientes no pueden estabilizarse permanentemente.

Sólo los sistemas aislados, los sistemas sin medioambiente, pueden mantenerse en una situación que se aproxima al equilibrio. Los sistemas vivientes siempre están hasta cierto punto abiertos. Por ejemplo, ellos importan energía, exportan entropía, y están por consiguiente directamente sujetos a la evolución.

Un “factor de desequilibrio” tiene que ser incluso considerado para las culturas de muy alto nivel. Los pasos hacia atrás, en particular, nunca pueden ser completamente excluidos. Tales “pasos hacia atrás” hacia niveles que se creían haber sido superados hace mucho tiempo, no pueden excluirse ni siquiera en una sociedad sumamente desarrollada. Posiblemente, las llamadas “guerras entre los dioses” de las mitologías y tradiciones señalan los conflictos entre éstos “los dioses de las estrellas” (a menos que nuestros antepasados interpretaran una colisión accidental de vehículos voladores, o la explosión de un reactor, como un acto militar-análogo a su propio mundo de experiencia diaria que consistía en atacar a otros y defenderse a sí mismo).

En principio, sin embargo, no puede observarse una interrupción o cambio importante en  el nivel. El prof. Deardorff (6) ha tenido algunas ideas en relación con la pregunta de por qué las intervenciones en la Tierra se llevaron a cabo con una tecnología relativamente primitiva. Por ejemplo, él estudió “la nave espacial de Ezequiel” que fue reconstruida por el  ingeniero de la NASA J. F. Blumrich según los textos bíblicos, esa tecnología pareciera estar sólo unas décadas por delante de nuestra propia tecnología terrestre de hoy en día. ¿No deberían los extraterrestres que habían dominado el viaje espacial por millones, quizás incluso billones de años, estar realmente equipados con otro considerablemente mucho más desarrollado medio de viaje y propulsión? Si nosotros consideramos qué tan rápidamente ha tenido lugar nuestro desarrollo desde el cohete V2 al Trasbordador Espacial y la próxima oleada de naves espaciales de las que estamos a punto de dar testimonio, es completamente imposible de imaginar las posibilidades de los sistemas de propulsión espacial que la humanidad podría lograr en unos mil años, y no digamos en unos millones de años. Debido precisamente a este argumento la teoría del Antiguo Astronauta ha experimentado una oposición feroz.

Deardorff ha propuesto la siguiente posible solución a este problema, a saber: que la “cultura iniciadora”, es decir, la misma que una vez ideó este experimento gigantesco, era, en principio, una sociedad estática, pero que una significativa evolución tuvo lugar en el reino de su espiritualidad. Ahora, los “Padres de la Idea”, los iniciadores del plan, son capaces de observar los acontecimientos desde un cuasi “plano superior”.  Ellos pudieron, hace tiempo, haber delegado los necesarios procedimientos de control e influencia a otras civilizaciones estelares que podrían no estar tan avanzadas como ellos, pero sí mucho más adelantadas respecto de la vida terrestre. Si éste es el caso, y nosotros estamos actualmente pasando verdaderamente por el punto de “despegue” de nuestra propia civilización terrestre, podremos pronto estar enfrentando nosotros mismos tareas interesantes de consecuencias cósmicas de largo alcance. Nuestra tecnología de viaje espacial ha alcanzado casi el nivel necesario (estamos quizá separados del viaje espacial interestelar por sólo unas décadas o siglos), y la tecnología genética - la indispensable  condición previa para el logro de manipulaciones genéticas de largo alcance – se está desarrollando rápidamente en paralelo hacia la capacidad de modificar genéticamente las formas de vida. Sólo nuestra evolución espiritual, ética y moral, me parece a mí – una opinión subjetiva, hay que admitirlo – se ha quedado en la Edad de Piedra. Técnicamente nos hallamos en el siglo 21, ¿pero qué de nuestras acciones primitivas, instintivas, qué sobre los innumerables asesinatos, las guerras bárbaras, y las terribles violaciones de los derechos humanos? Una sospecha está cobrando forma rápidamente en mi mente, esta es que el próximo gran “empujón” experimental quedará precisamente en eso.


No hay comentarios:

Publicar un comentario